Es tan importante lo que hacemos, como el lugar desde donde lo hacemos. Puede que, en un extremo, contemple desde la empatía y el amor más absoluto. O, en otro extremo, puede que desde el simple morbo y desde un sueño distópico. Quien mira, quien observa, no es alguien pasivo y ajeno que no haga nada y no influya en el resto del universo, en la consciencia universal que nos entrelaza a todos. Se está haciendo algo a “sí mismo”, y por inacción, quizá al observado. Desde fuera, parece simplemente eso, una persona inocua que tan sólo deja que transcurra el tiempo. Pero desde donde, para qué.
Sueño distópico
Voy caminando por el filo del ala de un avión. Sé que es peligroso, sé que no hago nada malo, que no hago daño a nadie. Pero todos me observan, me están mirando, inquisidores. La gente que está dentro parece horrorizada. Piensan que soy un loco, un demente, y sin preguntar, me acusan con sus gestos y sus guiños de demonio caótico. Podrían socorrerme en lugar de gritar y escandalizarse, pero no es así. Y en el fondo, desean que grite yo también, que enferme. Quieren quizás que diga mi última palabra, que caiga y a continuación me haga pedazos. Quizás al pasar por la última nube, nube de sangre.
Mientras recorro la superficie del ala, canto. Entono una nueva melodía y sé que les pongo nervioso. No soportan que sea feliz aun dentro de mi propia miseria. No soportan mi serenidad y mi calma: estoy tranquilo, soy un eclipse
De pronto comienzo a bailar y recito también un pequeño poema que aprendí en la escuela, un día de Sol. Sol en las calles, Sol en los balcones. Ahora, Sol en mi memoria. Podría sentarme y no hacer nada, pero el tiempo no pasa en balde, debo darle algún valor extra.
Al fin y al cabo, trabajamos y amamos para darle algún valor al tiempo. El precio podría ser mi alma. Es arriesgado, pero sé que la perderé algún día. Debo entregarla por algo bueno. A cambio de una autopista de diamantes, a cambio de una montaña brumosa, no debo desperdiciarla.
Ha comenzado a llover y no tengo donde esconderme. Estoy completamente empapado y tengo la sensación de que todo pesa más. Pero no tengo sed, ni hambre, ni frío, ni sueño. No sé que hacer y lloro. Lloro como nunca antes lo había hecho. Lloramos los dos, el cielo y yo.
Sueño con que al llegar el día, el cielo vuelve a ser azul y mi muchacha de pelo negro me entrega un arco-iris. Su pelo es suave, sedoso y cuelga largo dando vueltas sobre su pecho. La recuerdo así, en la oscuridad de mi día, en la claridad de mi noche.
Una hora, un minuto, una hoja arrancada por el viento que transporta su voz. Sus labios en mis labios, esa gota de agua, su sabor. Las arañas han tejido su manto en una esquina, alguien me escucha. Quizás quieren sujetarme en su red de hipocresía, de fábula. O puede que solo quieran cenar, o jugar conmigo. ¡Jugar conmigo!: soy útil, valgo lo que una lata de gasolina. Soy de oro, soy lo que viene con las olas, soy un hombre feliz. Y soy también un payaso, pero muy tierno. Por eso, prefiero pensar que se han apiadado de mi, y mi corazón se lo agradece a mi cabeza con un leve suspiro que me hace perder peso. El ala cruje, debería tener cuidado, podría ser peligroso.
Cuando cae la noche, todo es diferente, duermen. Caen en un profundo sueño, un sueño distópico donde ni siquiera llega el canto del petirrojo y la tierra arde. Entonces mueren un poco y se olvidan de que tienen hijos. Yo sigo despierto, porque aunque la oscuridad me sorprende y se adhiere a mi piel, siento que la noche avanza, y pasa de largo. Entonces es cuando me siento sólo de verdad. No quiero a la Luna velando mi cadáver. Por eso, antes de cerrar los ojos y después de que la última aurora ha caído sobre mi espalda, me clavo un pedazo de estrella en el costado, para ser consciente de que duermo. Y aunque siento frío y un leve dolor al despertar de mi propia vigilia, me reconforta, porque entonces sé que estoy vivo de verdad.
Todos se extrañan cuando despiertan, yo sigo suspendido en el ala, sienten lástima. Pero durante mi suave tránsito, he abierto los ojos tres veces, y el cielo ha cambiado de color tres veces. El tiempo, transcurre con “normalidad”.
“Sueño distopico”
-Lucas JM
¿Qué opinas de los “reality shows”?
¿Qué les sobra, qué les falta?
¿Te expondrías? ¿Qué te mueve a verlos?
¿Puro entretenimiento, curiosidad científica, morbo, huyes de ti, puro abandono?
ig: @saculbitacora
tw: @saculBitacora
lucasjimenez@youbeart.com
https://www.facebook.com/saculbitacora
https://www.facebook.com/SaculJM
Hay veces que mostramos nuestro escenario. Nos gustan que nos miren. Otras veces buscamos el apoyo de los demás. Otras veces queremos llamar la atención. Y otras veces, quizás las que menos pero las que más me gustan, nos da igual; lo hacemos porque nos sentimos bien. Resulta un sentimiento maravilloso, ser capaz de hacer lo que te guste, y que todo fluya de tu interior.
Cierto es que somos animales sociales, y que nuestras relaciones son las que nos hacen crecer. Siempre crecemos, aunque a veces tengamos la sensación de que decrecemos. Solo hay que poner un poco de perspectiva. Crecer, siempre crecer.
No tengo tele, Lucas. Cuando me fui de casa de mis padres, dije que no me compraría tele, que no me aportaba nada. Y una pila de años después, sigo sin ella. Me gusta el cine, me gusta que me cuenten historias, me gustan las historias interesantes. También te digo, seguro que hay ciertos programas que, por su necedad, se puede también aprender sobre el comportamiento humano. Yo prefiero que alguien me lo resuma en cinco minutos. Yo te invito al cine.
Hola, María!
La mirada del otro, ese conflictivo asunto que nos deja en un compás de espera-desesperación, es tan antiguo. Es inevitable “padecerlo” en alguna medida, nos gusta que nos reconozcan, explícita o implícitamente, consciente o incoscientemente, en cada pequeño y mundano acto de la vida, no solo cuando hacemos una “pirueta” (“vivimos para decir quienes somos” -Saramago).
Lo importante es que nuestra vida no quede resumida por esa posible esclavitud.
Yo tampoco tengo tele (buena, una de estas antiguas de tubo y que no enciende ya), y la calidad de vida, aumenta, vaya que sí. Nunca ví un reality, salvo algunos episodios sueltos de alguno. Por pura “curiosidad científica” que decía Paco Umbral, como un espectador del “meta-programa” en lugar del programa en sí mismo, tratando de averiguar por qué alguien se puede exponer de esa manera y desprenderse tan fácilmente de su intimidad.
La invitación al cine, la tomo. Cine y teatro. Que no falten
Buen finde, un abrazo grande (). Siempre!
Me temo que la distopía , no es un sueño, ya no es algo ficticio como pensábamos cuando leímos por primera vez el libro de “Un mundo feliz” de Huxley, es algo muy actual , que lleva tiempo introducido en la sociedad en la que vivimos y consigue exactamente lo que significa ,deshumanización, esa que cuando pones un pie en la calle aprecias con el primer comentario que oyes, si ves noticias consiguen que ocurra lo que ocurra ,por muy grave que sea no te afecte, que si ves a alguien en la calle tirado pienses , vaya tajada lleva y sigas de largo ….etc.etc..etc
Los programas a los que te refieres, esos que aparecieron hace años, que al principio cuando oía hablar a la gente de ellos en verdaderos debates literarios pensaba: sirven para los estudios sobre el comportamiento humano a psicólogos, sociólogos , ahora pienso , cada uno es libre de elegir que quiere ver, leer, escuchar, pero que no perciban que son guiones establecidos que enriquecen a los participantes y empobrecen mentalmente a sus seguidores , me entristece.
Humilde opinión de mis pensamientos antes de dormir.
Issa
Si esto sólo transcurre en menos de 24 horas … a ver qué pasaría si describes una semana
Acepto el reto, Alexandra ;). Lo mismo es el comienzo de una … novela …. Me alegra seguir viéndote y leyéndote por aquí, gracias por tu compañía
Un abrazo grande y buen finde ()! Siempre
Al fin y al cabo, trabajamos y amamos para darle algún valor al tiempo. El precio podría ser mi alma. Es arriesgado, pero sé que la perderé algún día. Debo entregarla por algo bueno. A cambio de una autopista de diamantes, a cambio de una montaña brumosa, no debo desperdiciarla.
lloramos tres, el cielo, tú y yo
Venga, los tres, bienvenida al club ;),
Gracias, Raquel, feliz tarde y mejor finde, un abrazo grande () !
Los reality shows me parecen fascinantes pues son la antítesis de lo que yo siento para mí.
Me asombra que la gente se exponga así, con tanta naturalidad, sus movimientos, sus rostros cotidianos, sus interacciones con los otros, sus sentires y emociones… mientras una cámara observa y, detrás de esa cámara… miles de personas.
Valoro tanto la intimidad que me cuesta imaginarlo para mi vida.
Tal vez sean mis limitaciones las que son seducidas, mediante las neuronas espejo, por esa capacidad para desnudarse de esa forma ante el público. Me alucina, sí.
Entiendo que la gente se pueda enganchar, para sentir desde el sofá la aventura de lo que los otros sienten.
Pero he de ser justa, nunca he visto un capítulo entero, la tele y yo…, y, aquello de lo que hablo, ya fue hace tiempo.
No sé, Lucas, si me gusta más lo que dices que como lo dices. Interesante distopía ?. Felicidades
Hola, Jalen.
Respetando a quien quiera echar horas y horas viviendo vidas ajenas, tienen desde luego su “nicho” de observación también para aquellos que en lugar de simplemente curiosear en otras vidas, quiera averiguar por qué una persona toma esta decisión de exponerse de esta manera. invcluso ponersse en su propia piel. ¿Qué carencia no tendrá para exponer tan públicamente y sin retorno su intimidad?
El “nicho” del que hablo es como colocarnos en el lugar del “observardor” de nuestro propio “observación”, una meta-observación de estos programas. Como cuando observamos desde fuera lo nuestro “ego” nos cuenta y lo vemos como un mero espectador para tomar distancias.
Como ya decía al pricpio de este realto, es importante “desde donde” hacemos. No es lo mismo regalar a alguien algo que tenemos en casa que nos regalaron hace tiempo y queremos deshacernos de ello además de ahorrarnos un regalo, que comprar uno pensando en esa persona. Aunque desde fuera es el mismo acto.
Afecta a la otra persona, y sobre todo a nostros mismos. Quizás, estamos respondiendo a esa parte interior que llamamos ego al que sólo le importa “él mismo”. Si alguien se engancha durante tanto tiempo seguido y sin más, quizás esté “rellando” una parte vacía de su vida de una manera muy cortoplacista y nada saludable ….. Pero no es un juicio, entiendo, que es difícil “darse cuenta”, consciencia. Pero desde luego, es responsabilidad de cada cual.
Muchas gracias por tus palabras de vuelta, Jelen, es un lujo y un placer contar con tus reflexioes de vuelta
Un abrazo grande(). Siempre