Cuando se produce la herida, la sangre intenta contenerse, se produce una vasoconstricción. Es la incredulidad y la negación. Viene a continuación un dolor agudo en el cual se produce una regresión a los hechos concretos que ocurrieron y al estado en el que se produjo el daño, empezamos a ser conscientes. Entonces es cuando la sangre comienza a surgir a borbotones, imparable, como una furia sin control. Hasta que ya no queda más que brotar y sentimos el coágulo de la culpa. Empezamos a sentir la necesidad de un refugio, de un regreso al hogar.
Ya no hay más fluídos, ni sangres, ni lágrimas, solo el fuego cegador de la culpa que nos consume. El coágulo empieza luego a retirarse, dejando un vacío, la desolación más absoluta. Y es apartir de ese momento cuando se puede comenzar la reconstrucción tisular del daño para dar lugar a la fecundidad y la verdadera maduración personal. Inevitablemente, sólo queda ya esperar que la herida cicatrice. Es la aceptación de todo lo vivido, de la ausencia, del vacío, del re-encuentro con lo que queda cuando hemos sido abandonados. Pero no por la otra persona, sino por nosotros mismos a nosotros mismos, lo que constituyó el daño auténtico, nuestro propio abandono. Por eso es el regreso a tí mismo, el sanador, el regreso al hogar.
* Referencia: la analogía en sí misma entre herida física y emocional, la aborda Jorge Bucay magistralmente en su libro “El camino del encuentro“. Yo sólo la he expresado arriba con mis palabras en base a lo que recuerdo de su lectura
Regreso al hogar
Ausencia – regreso al hogar I
Esta tarde,
merecida y ansiada paz de la mañana,
sentado en la penumbra de mi habitación
que es el rostro azul y pausado de la muerte,
me pareció que el mundo era demasiado pequeño,
silencioso, llano.
Yo trataba de hacer algunas cosas pequeñas, inútiles,
como frotar las yemas de mis dedos unas contra las otras,
contar las desamparadas chimeneas de los tejados
a las cuales veo toser por detrás de las ventanas,
cambiar de nombre a mis peces,
apagar con los ojos la mitad de la farolas.
Esta tarde gris, digo,
alas rotas, algodón, noche lenta.
Esta tarde cayendo desnuda en mi frente
bajo la atenta obstinación de un tierno pensamiento:
tu piel cálida de color tierra
y tu sonrisa alegre resbalando hacia mí
por los tejados rojizos.
Yo con los brazos abiertos, el corazón en un puño,
y tus ojos buscando la redondez de los míos.
No es más que eso, una luz, un pensamiento.
Esta tarde, cuando intento ser algo más
que una de esas nubes andrajosas
que recuerdan lo que fue un cielo apacible y claro.
Esta tarde ya perdida, pienso y miro sin más.
Y estoy más cerca sin duda,
de esos árboles atribulados que inexplicablemente
evitan con desdén los pájaros y el río.
Soy un poco más fuerte, más blandito a la vez,
y quizás aun me queda tiempo para olvidar,
para obviar éste dolor y esta ausencia
que después de tanto frío,
he aprendido sin miedo
de las pequeñas conchas del mar . . .
“Ausencia” – -regreso al hogar I
– Lucas JM
Donde yo morí – regreso al hogar II
No me escuches, pero,
se secan las flores que plantaste,
y están más tristes todos esos lugares,
donde tú pisaste,
donde yo pisé,
con hojas ya amarillas esparcidas en los canchales,
y en una vieja casa con el suelo de madera,
ahora barro y lodo,
donde tú pisaste,
donde yo lloré.
Se duele el viento al cruzar la puerta,
y no pasa la luz,
porque sigue mi piel
pegada a los cristales
por donde tú miraste,
por donde yo miré.
Quiero abrirla otra vez,
respirar hondo y despacio,
sentir de nuevo el frío
y congelada tu mirada
allá en el río,
donde tú nadaste,
donde yo me ahogué.
Después del arco iris,
como otro fantasma
sigue en él el barco
que guiaran las estrellas
de aquel cielo violáceo
donde tu dibujaste,
donde yo dibujé,
y se apagan ahora las luces
que dieron nombre
a cada uno de los besos
con los cuales me engañaste,
en los labios secos
que tu dibujaste,
que yo quemé.
No te conozco,
así que, aprieto los puños
y en sola lágrima
recojo mi equipaje,
y mi alma hace un hueco
dónde tú dormiste,
donde yo dormí,
y dejo sitio a un hilo
que hilvana de esperanza
noches y mañanas
perdidas en nuestra cama,
red mortal hecha a conciencia
donde tú dormiste,
donde yo morí . . .
“Donde yo morí” -regreso al hogar II
– Lucas JM
Niebla – regreso al hogar III
Ando más despacio,
sueño con tiempo,
puedo darte un abrazo,
algo que tengo.
Cazo mariposas,
les pinto las alas,
luego ya las suelto,
bendigo a mi hada.
Niebla…
Niebla tragándose vidas,
en mis idas y venidas…
Como en el teatro
repito todas tus frases,
si lloro por fuera
creo que es por dentro,
La voz me aprieta,
no consigo volar,
quiero abrir la boca,
me fallan las fuerzas…
Niebla,
Niebla en la conversación
si me sale una canción
Me encierro en la iglesia,
le hablo a Dios de ti,
hacemos unas bromas
y tensamos las cuerdas.
Pierdo las llaves
intento dormir un poco
recuerdo el lugar
no estaba loco
Niebla,
Niebla de color marrón,
a tientas por la habitación
El árbol está tendido,
se olvidó la razón,
quedamos aquí solos
tú, la bruja y yo.
El árbol está herido,
se olvidó esta canción,
quedamos aquí solos
tú la bruja y yo,
Niebla,
Niebla que es la savia
si me seco de rabia ….
“Niebla” -regreso al hogar III
– Lucas JM
Libre el fin – regreso al hogar IV
Libre al fin
de oscuros nubarrones,
la tinta que ensombrece
el lienzo tibio de tu calma azul.
Palpita en tus pies el firmamento,
nausea del momento
no es aun la hora de partir,
no sin ti ….
Ya la tormenta cesó,
vuelca en sueños la ilusión,
vuelve a mí la luz y la armonía,
sangre o savia renovada.
Ancho el cielo reposa sin nubes
carga su memoria gris
sobre mi espalda
no hay dolor.
En las grietas del tiempo
sangre caliente restañada
cierra ya la herida en soledad.
Y hambriento de ti
despego ya del barro
que descubrió la sed.
Quiero que abra el Sol,
salir de la prisión
anuncia así mi alma sin razón.
Los pasos de paloma
que dan forma a los segundos,
heme aquí al piano
baldosas de arrebol blancas y negras,
la fiebre de mis dedos para ti.
Libre al fin solo quiero dormir,
yacer a tu lado sin voz
libre al fin,
solo quiero dormir, a tu calor
libre al fin.
“Libre al fin” -regreso al hogar IV
– Lucas JM
* verso en el poema anterior “heme aquí al piano”
– Homenaje al genial pianista flamenco Pablo Rubén Maldonado
¿Ya has sentido la liberación que supone recorrer todo tu camino de duelo?
¿Has comprobado ya los beneficios de recorrerlos hasta el final sin atajos?
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Qué difícil el camino del duelo, y qué liberador encontrar, cada uno, cada una, su hogar, su verdadero hogar…
Hola, Meri 😉
Sí, tus palabras, condundentes y breves, pero concisas, tienen mucho peso, veo que le has tomado la medida a esto de “dolerse”. El camino del duelo es ineluduble. No sirven los atajos, y es duro. Pero es consustancial a una vida rica y plena, ya que la pérdida, siempre es ineviatable a medida que vamos progresando en ella. Hacer un duelo consciente, sin “saltarse” los pasos, es el único camino real para madurar y alcanzar la paz interior. Pero en el trayecto, se aprende, como no, y cada vez los duelos son más cortos, porque aprendemos, descubrimos herramientas, y nos descubrimos a nosotros mismos.
Deseo que estés cada vez más cerca de tu hogar.
Un abrazo grande (). Siempre
Como siempre me ha encantado, y aún más la primera parte, todos hemos sangrado tanto, amemos nuestras heridas pues ahi está también nuestra ventana a la comprensión. Un beso grande
Hola, Raquel 🙂
Nuestras heridas, tienen nombre propio. Son universales, todos sufrimos el mismo tipo de herida, y a la vez, la nuestra es única, intransferible, es tremendamente íntima. Así que, como bien dices, es una de las mejores ventanas hacia nuestro “yo” más auténtico. Siempre que estemos dispuesto a atenderla desde el principio … hasta el final. Conscientes, curiosos, amantes de nosotros mismos.
Un abrazo grande (). Siempre
Cicatrices que acariciar. Duelos que elaborar ¡Tanto por hacer!
Hola, Ruth, 🙂
Sí, mucho por hacer, siempre por hacer. Es lo que somos, criaturas que solo pueden completarse en el momento presente. Con cicatrices que acariciar y que considerar con una mezcla de amor y orgullo. Porque sólo los que aman de verdad, pueden “presumir” de esas heridas, de esas cicatrices ….
Un abrazo grande (), Siempre