Yo creo que nos están estafando. Intento seguir mi propio destino, mi destino -no globalizado, de mí mismo. Y no es fácil. Algunos se empeñan en sostener que Ulises, tan ufano él y que marchó de casa porque pensaba que su cabreo provenía de sus diferencias con cíclopes y medusas y que tenía una cuenta pendiente con ellos, salió solo a buscar tabaco porque Penélope le tenía hasta los huevos, y que regresó de nuevo a su sitio, al hogar, por la prescripción de una cura de desintoxicación anticipada y no por su propio despertar, su regreso a “ mismo”, y porque quería ya estrenar el sudario que era presa del tío vivo que eran las manos de Pe.

Picasso, un genio mucho más que prolífico y nada ingenuo que desde muy joven ya supo lidiar con el trauma y la pena máxima que comporta el exilio por la puerta de atrás con gallardía y arrojo, tampoco pintó una guerra motivado por el dolor, la aflicción y la pena, sino al revés, la guerra lo pintó a él, es lo que parece que dicen los bocetos encontrados del Guernica y que están fechados antes de que se consumara el ataque a la malograda villa.

Y Virginia Woolf, era una frígida estrecha y una más de las muchas tocapelotas descontentas con su feminidad y la falta de amor, que no se suicidó por la devastación personal de este panorama, sino que era aficionada a guardarse piedrecitas en los bolsillos y distraída, se fue a bañar en el río y por eso se ahogó.

Ni Kafka puede ser más kafkiano, porque, que no te engañen, que no se transformó en nada ni se consustanció nada, que tan solo se aburrió de picar pleitos y de correr seguros y cambió de chaqueta por puro aburrimiento y por falta de caleidoscopía en su vida. Al final, la tuberculosis lo alcanzó de lleno, y sí que se produjo la transformación. Pero ya muerto. Pobre, ¿justicia poética? ¿para quién? ¿de quién? ¿para qué?.

Tal vez ni si quiera yo sea dueño de mi destino -no globalizado, de “mí mismo”, se entiende

Mi destino - no globalizado, de “mí mismo”

Mi destino – no globalizado, de “mí mismo”

Globalización

¿Es alguien dueño de su destino?. La penicilina no la inventó Fleming, fue, uno que se llamaba como él (ay, el Perich, Dios –sea quien sea ese señor– lo tenga en su gloria, qué genialidad por centímetro cuadrado de viñeta literaria)

La globalización, ese fenómeno que se nos quiere hacer pasar por atmosférico, parece que impone la norma y la reinterpretación de mitos, historia (que no historias) y leyendas, todo en el mismo saco, para conducir así los destinos individuales bajo el paraguas totalitario de un supremo e ineludible destino universal.  Dijo una vez el entrañable filósofo Aranguren en un discurso en el cual le condecoraban con un premio de los merecidos aunque como siempre a destiempo en este país, poco antes de morir allá por los primeros años 90 (lo recuerdo nítidamente porque me sobresalté interiormente de igual forma que saltaba de su silla mi tío cuando ganaba un equipo de fútbol que anticipaba un catorceavo de micro éxito que lo acercaba algo más al pleno en su quiniela), en el que dijo compacto y completo, sereno y todo lleno de él mismo (mismo? eh?), sin ambages: que

“Basta ya de preguntarse qué va a ser de los hombres, de nosotros y preguntémonos qué va a ser de mí”.

Responsabilidad

Las responsabilidades tan repartidas hoy en día entre los “globalitas“, ya sean personas, entes, organizaciones, asociaciones, o bandas de “alibabaes”, etc, se diluyen y se difuminan en el horizonte de lo abstracto mientras las hordas de oportunistas y otros carroñeros y buhoneros, están al acecho recogiendo en sumideros diseñados a medida y con urgencia premeditada (toma oxímoron) todos estos micro-torrentes de autocomplacencia y desidia. Y lo recauchutan todo en un cocktaill discurso-teoría con ínfulas de ciencia sin conciencia, saturada de narcóticos y anabolizantes llamado “nuestro destino” o “el bien de la patriabla bla bla (“nuestras vidas son los ríos, que van a parar al mar” – otra desafortunada interpretación de la naturaleza a costa de Jorge Manrique, pobre).

Pero seguimos siendo responsables uno a uno (me repite no sé qué voz que me inunda por el interior cual miel picante y dulce a la vez), solos y trinos, de elegir, de decidir y de cumplir. La emancipación emocional (más compleja y difícil de alcanzar que la material o física) no es fácil cuando no se sabe de quién o a costa de quien se hace, cuando se trata menos de palabras y de lírica que de gestos y acciones contundentes y voluntariosas; pero el anfitrión está más cerca de lo que pensamos.

Felicidad

Si Buda dijo que “la felicidad que tanto anhelamos es un elefante sobre el que estamos montado buscándola”, el juez, fiscal y proxeneta o el perro cabrón que nos ladra a la oreja, el trilero que nos mangonea no es más que toxicidad plana en forma de pantalla del cine del inframundo inconsciente  llamado mente (o ego, como se le conoce en los suburbios de la psicología) en la cual dejamos de ser espectador para abandonarnos como una Santa Teresa arrebatada de “porno-dulces” y convertirnos en espectros de la trama que se proyecta, en lugar de permanecer plácidamente o no –según los astros-  en nuestra butaca, en la de “nosotros mismos” (uy uy … eso demismos“, ya me estoy escamando … ) observando y ya está, que no siempre hay que hacer algo, ostias, en lugar de querer siempre enredarnos como protagonistas.

Porque “yo”

Porque “yo”,  porque “yo”, porque “yo,  y “yo” y “yo”, “y es que yo” “y es que yo” …. cheeeeeeeeeee paraaaaaaaaa!. 

Mira, haz esto frente a la peli: alarga la mano y constata que no llegas, que no tocas, que no hay volumen, coño, que es una dimensión, una proyección; inspira, expira y observa como no hueles el Chanel número 5 de la chati o el maromo que bailan sobre la barra del Bar Coyote (venga, inspira, expira, y …. conspira). Vamos, que se trata tan sólo de un espectáculo (patrocinado y producido sólo por mismo, campeón), palabreja que viene por otra parte de “espéculo”, espejo, es decir, “donde me veo”. Pero que ya está, que no es más que eso, el que se cuela y se cree lo que transcurre y discurre en la pantalla, no soy yo (mismo).  Cagüen! Quien anda ahí!

Hora de currárselo

Yo no digo que todo este trasunto sea algo fácil de digerir o de manejar; así de golpe y sin avisar, se atraganta, no hay manual de instrucciones como tal, lo va elaborando uno a base de observar y experimentar, lo que hoy se llama “indi”, “homemade” en un trayecto que puede parecer naif, pero nada de un de aquí te cojo y aquí te mato ni de “coge_un_caramelo_de_la_bolsa_que_has_ganao”.

A lo que voy. Que de lo fácil no hace falta hablar ni explicar, y como no es el caso, por eso estoy aquí taladrándote con palabras que disimulo artero con frases. De lo fácil se pasa sencillamente a la acción, a la juerga, a la disección minuciosa para amputar rápidamente, a la borrachera, al paso de baile decidido, a la brocha gorda en la pared, etc.

Pero es hora de currárselo y honrar a los tesoros no materiales, de desobedecer, de cambiar los muebles de sitio, de cuestionarse con amabilidad y sin dualidad, de dejarse sorprender y de conceder más tiempo al tiempo olvidando al tiempo. Caminar y disfrutar dejándose sentir y atravesar por las emociones, va un poco más allá y en contra del cálculo minucioso, de medir o contar los pasos (¿te das cuenta que no se concede premio Nobel a las Matemáticas, que tienen su chuche propia, las Medallas Fields?).  Se camina y ya está, se desliza así uno por la vida como levitando sobre sí mismo, como rozando su propia piel pero sin llegar a tocarla. Así de chupi.

Mi destino no globalizado, de “mí mismo”

¿Honrarás a tus padres?

Y aquí viene la chicha del asunto, por lo que lo mismo me corréis a palos: es hora de honrar a los padres que intentaron darnos lo mejor.

Honrarles no es adorarles, obedecerles y ser fiel a sus enseñanzas hasta la muerte, sino ser consciente y sin rencor, de que lo hicieron lo mejor que pudieron pero que ahora es mi turno, que tengo que decidir yo, desechar la fruta podrida, arriesgar y equivocarme, afirmarme en “mí mismo” (me está ya escamando el “mi mismo” este de los cojones, eh!), constatar el peso de mi propia existencia por mí mismo (coño, otra vez) para no ir en contra de eso que llamamos vida y que no es más que movimiento, cambio y suspiros concatenados sin remedio. Una emulsión a partes iguales de música y literatura desatada hecha materia (y viceversa).

Pero  este honor para nosotros y para con nuestros padres, en pro del crecimiento personal (el único que no va en contra de lo que predice la física, y no como el que pregonan los economistas porque no tiene fin y eso contradice hasta el principio de conservación de la energía) que se llama emancipación (y que exige un duelo, porque se pierde algo importante y perder y dolerse es el único camino que pasa como una recta afín por ese proceso exclusivo del alma), es algo que solo compete y merecen nuestros padres, además de a nosotros mismos, si no, qué de qué.

Es la forma en la que al final incluso, se sentirán orgullosos de nosotros al caer en la cuenta (este último acto es el más sublime de cuanto nos puede deparar la vida, y lo digo sin retórica, que sí, que sí) de que en verdad nos dieron la vida no para heredar la piedra en la que escribieron sus propias normas y enseñanzas heredadas a su vez y cargadas de distorsión y ruido blanco acumulado, no para imitarles ni ser su espejo, si no para coger nosotros las riendas de su regalo y dejar a un lado parte del legado. Y luego, ya escribes tú en tu propia piedra si eso, o no, o te dejas de piedras y aceptas equivocarte y todo eso, que es muy divertido y muy sano pero duele si no se comienza a practicar a una edad temprana.

A los vampiros estos sin sangre en las venas y demás charlatanes de los estercoleros y las cloacas, sencillamente, ni caso, que les den: mi destino es mío, mío de mí mismo y de mis mecanismos (“mí mismo“, eh! …eh! … alto, al ladrón!)

*NOTA IMPORTANTE del autor, o sea, de “mí mismo”:

las interrupciones en cursiva sobre el incómodo “mí mismo”, son de la mente, de mí mente, que a veces parece que soy yo pero nunca “yo mismo”, es de mi mente hacia mí mismo, vaya. ¡Te cacé! Si es que, ni ella misma sabe quien es.  ¿A que jode, eh, mente?

Foto: @saculbitacora
          “mí mismo” recogiendo piedrecitas en la playa

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“Mi destino –no globalizado, de mí mismo”
– Lucas J M

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