Es verano, hace un calor tremendo y estoy en Sevilla. Mi empresa me ha enviado a hacer un curso que me ocupa todas las mañanas. Uno de esos días, por la tarde, decido ir a visitar a mi gran amigo Miguel Ángel, mientras el fuego cae sin piedad del cielo ….
Vaya, sandalias partidas en dos …
de medio a medio. Antes de que me clave algo, de que mi planta bese el suelo, entro en una zapatería. Logro ilusionarme de nuevo con algo ramplón, un trozo de cuero, eso sí, bien cosido, amortiguado, acolchado, con cierre “hidro-termométrico” con dos bujías, a este lado y al otro. Esta vez no escatimo en gastos, es alta tecnología:
-“Te ayudará a mantener
la columna en posción
RectaComuncactus_blablabla”
-reza la pija etiqueta de aluminio galvanizado, entre otras parrafadas.
Me dirijo al dependiente y le pido las sandalias mega-guays:
-Oiga por favor, quiero esa maravilla que está en el escaparate –señalo con el dedo, decidido
Al dependiente se le sube la ceja junto con la adrenalina, se le va a salir de la frente, y como si fuera el eco en FM de la radio local, repite a coro:
– Las sandalias mega-guays!, claro que sí, es la última que queda!
El hombrecillo, que parecía tan poca cosa al principio, pese a lo honroso de su trabajo, como otro cualquiera, adopta una pose de reconocido y laureado neurocirujano y se dirige con aire marcial hacia el “cachocuero-masquebiencosido“. Echa a un lado a dos subalternas de infra-piel que levitan alrededor, a modo de acólito desaventajado, para que destaquen las susodichas. Y retira del escaparte el único par que queda. Todos a su alrededor se apartan compungidos …
-oooh, alguien se lleva la sandalia mega-guay … !!!
Las jodidas son más famosas y populares de lo que yo suponía, ¿en qué mundo vivo, que no me entero de na’?.
Es casi la hora de almorzar …
y mi sandalia parece un filetango recién salido de la barbacoa, se me hace la boca agua. Y mis pies tiemblan también, van ya por su lado pensando en el revestimiento que les espera.-
-¿Acepta usted tarjetas de chipicrédito del banco “YaVeréSiLePago”?
–Claro que sí, si no tiene fondos, ya le perseguiremos, las sandalias mega-guays pueden ser localizadas por GPS, podrá usted correr, pero no esconderse! jejeje
Que estrés, se ríe como si hubiera cazado ya al sospechoso. Yo no sé que puñetas de película o de sainete está promocionando esta tienda, pero le doy mi tarjeta y retiro rápidamente la caja del mostrador como cuando una cobra se retira tras la mordedura fatal. Nunca imaginé que a un tío le pudiera brillar tanto un diente. Ha sido una pico-centésima de segundo, pero fue como un relámpago cuando pasó la tarjeta por el cepillo – ha hecho una buena caja– mientras se frotaba las manos (no me preguntes como hizo las dos cosas a la vez, fue espantoso).
Justo al salir, saco las sandalias y empiezo a dar fuertes golpetazos con ellas contra la pared de la esquina:
–Toooma, toooma, ahora me va a localizar por GPS su Pu** Madre.!”
La compra me nubla el intelecto y el estómago, así que se me pasa el apetito. Pero me detengo a tomar un helado justo en la cafetería de enfrente, y aprovecho para calzarme las piragüillas. Me siento inmortal. Hasta guapo. Un hombre, ya se sabe, se viste por los pies, y puede hacerlo honrosamente aunque asomen los dedos, más aun en un volcán urbanizado como es esta ciudad. La camarera se fija en ellas y me guiña un ojo. Quiero corresponderle, pero mis dedos marchosos adquieren todo el protagonismo. Y se agitan locos cual gusanillos a punto de montar en un tío vivo. Esto empieza a parecer siniestro. Ya soy yo y diez amiguitos felizmente subnormales más.
Al salir del garito, hace un calor brutal …
Marcho a ver a mi amigo Miguel Ángel por la avenida de “EstoNoSeAcabaNunca”, después de callejear un poco por las afueras del barrio de “Las brasas”. Noto que mis pies no se han hecho aún al cuero de alta cilindrada, pero pienso, que a todo lo bueno cuesta también acostumbrarse, que si el Departamento de Defensa de los USA está detrás de este diseño, no pueden estar tan mal (Vietnam es un caso aparte, allí, nunca usaron sandalias, solo botas). De pronto, empiezo a notar como si me hicieran chiribitas en los pies, como pequeñas punzadas de alfiler, pero mira por donde, un espíritu espartano se adueña de mí y ni siquiera miro hacia abajo. Qué control, esto es de clínica. Hasta que la marujilla que sale del mercado con el carro a reventar de repollos, me grita como una posesa.
Dice no se qué de:
-“miarmaaaaaa
queta’eshoenlopinreleeeeeee
jomioooooo!!”.
No puedo reaccionar, estoy confuso ante el calor y el graznido de la enconada señora; pido traducción simultánea de la algarabía o que sintonice otra emisora a una chica joven que tengo al lado, pero resulta que es su hija, y vocaliza la mitad que ella:
-“mareeeeeee
quetasolopieeeeeeeee!!”
Así que, por intersección de conjuntos que aprendí en la escuela, y cotejando los dos graznidos como hacen los de la CIA, pero así a pelo, sin cacharritos electrónicos, ni café ni donuts, colijo que algo pasa con mis pies. Miro hacia abajo, receloso, a velocidad de crucero, como se mueve una grúa de una obra en la construcción, y veo el horror: el pie rojo, ensangrentado. Me descalzo y tengo algo así como cuatro picotazos de algún pájaro. A saber. La hebilla, la costura de la hebilla, el adorno que asoma por la cara anterior. Y … vaya, la antena del GPS.
Afortunadamente, hay una farmacia cerca …
O no tanto. Falta quizás un kilómetro para llegar, pero el potente luminoso destellante de doscientas mil lumbres cósmicas y algún vatio más de propina que asoma a lo lejos de la avenida, se me mete en la retina a presión, cual ovni kamikaze que sale a mi encuentro, anulando mi capacidad de medir distancias. Ya llego, ya llego, que no, que no, ya llego, que no que no. Voy haciendo eses, y no estoy seguro, pero creo que camino ya a una pata.
Al llegar a la farmacia intento mantener la compostura y saludo enérgicamente, como asumiendo de nuevo el mando de mi momentánea miserable vida. Veo a alguien que se me parece a la azafata de un avión (acaba de despachar unas no se qué con alas) pero no hay nadie más, así que …
-¿Me da usted una caja de tiritas pa’este piecezón partío, por favor?
Parece que no le hace mucha gracia. Se asoma por encima del mostrador (o del ala de avión) y hace el mismo gesto que yo cuando me doy un golpe en la rótula con el pico de la mesa.
-¿Se encuentra usted bien, señorita? Ha cambiado de color, así de repente …
-Sí, no se preocupe, ha sido un deja-vu mezclado con un tirón en la ingle, se me pasará, uno anula el efecto del otro, pero hace falta un poco de tiempo, “sabusté?” ¿De qué tamaño quiere las tiritas?
-Pues no sé, mayor que un sello de correos y más pequeña que un calcetín … que tiene en medio?
-Me lo pone usted muy difícil, esto es una farmacia, no una tienda de retales.
-Pero, ¿usted no es farmacéutica? ¿Dónde estudió? ¿Tiene un título? O mejor aún, ¿tiene ganas?
-Mire, tengo aquí unas que puede usted cortar a medida, así le será más cómodo y práctico.
-Que jodía, que sí que tiene título, que hizo un master de “LaBolsaOLaVida”. Ahora me va a vender también las tijeras.
-¿Las quiere resistentes al agua?
-Sería mejor que resistieran al ron, pero bueno, deme usted las del agua, me harán el apaño.
Me pongo las tiritas allí mismo, pese a la mirada inquisitoria de la farmacéutica azafata_universitaria. Pero pasados uno segundos, se ríe, le gusta el collage, y a mí me hace feliz verla reír.
Mientras observa, se está pimpando un sándwich vegetal. Cojo los minúsculos papelillos de apenas un centímetro cuadrado que quedaron como restos y se los entrego a la observadora para que los deposite en la papelera de los plásticos. Pero por el mismo esfuerzo o por la misma desgana, los echa en la de los papeles. Y yo que pensé que era una ecologista empedernida …. Pero no, que desilusión, tan solo era una gilipollas haciendo dieta.
Salgo de la tienda con mi pie acribillado de parches
Es todo un cromo, un bodegón, pero yo solo siento alivio y es lo único que me importa. Así que, tras caminar otro rato sin pensar ya en dolor alguno, me siento en el primer antro que encuentro, reposo mis desilusiones y amarguras recientes en un duro banco y me calzo esta vez una jarra enorme de cerveza. Y sin echar de lado lo aprendido, me olvido ya de que me dejé una pasta gansa en la tienda por algo que olvidé en muy poco tiempo, me olvido de que a veces me cruzo con gente que me dice las cosas más simples y no las entiendo, de que mis dedos, eran algo más felices con su nuevo cuero porque no piensan en nada, de que la inteligencia y la eficacia, no tienen nada que ver a veces con el sitio donde te ha puesto la vida, o donde has ido a parar en la vida, de que me pueden localizar si me descuido y quitarme la libertad y el placer de estar perdido y nada más …
Y me quedo simplemente maravillado y perplejo, ante la eficacia y la simpleza de un trocito de tela adhesiva, y me encuentro de pronto riendo y con una lágrima rodando por mi mejilla a la vez, jarra en mano, mientras pienso en todas las tiritas que me dieron alguna vez mis amigos y no les di importancia –brindo por ellos-. Y pienso sobre todo en ti, que te echo de menos, en que quiero estar contigo, que no quiero que te olvides de mí, en lo fácil que te sería hacerme feliz, en lo fácil que me sería hacerte feliz (si tú me dejaras, claro)
“Historia de una tirita” – una historia fallida de amor contada con humor, “ahumor”
– Lucas J M
ig: @saculbitacora
tw: @saculBitacora
lucasjimenez@youbeart.com
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Jodio… Si hasta tienes gracia contando cosas tan simples como esta… Que hermoso es lo simple… Abrazote
Bonito relato, sin duda para varias reflexiones..me encantaría haber sido alguna de esas tiritas en algún momento.
Gracias Lucas por compartirlo conmigo.
Un abrazo
Hola, Simon!
Gracias a tí por pararte a leer y regalarnos tu tiempo compartiendo aquí tus sensaciones.
Ten por seguro, que has sido tirita en muchos momentos de la vida, para muchas personas, aunque no se anuncie con letreros luminosos. La verdadera amistad no necesita exibición, se da y ya está, está ahí 😉
Te invito a que sigas acompañándonos! Porque habrá, entre otras, más historias de tiritas 😉
Un abrazo grande! . Siempre
Un relato genial, divertido y ameno, la metáfora muy buena. Todos hemos tenido algunas sandalias que nos encantaban y por no ir poco a poco nos han destrozado los pies, para curar las heridas hay otros productos mejores que las tiritas, estas a veces se despegan con el calor y molestan más que la propia herida.
Hola, Maite, bienvenida!
Me alegra que te hiciera pasar un buen rato.
Lo cierto, es que efectivamente, las tiritas no sirven para todo, pero en este caso sí cumplieron su misión. Y lo importante es que muchas veces lo hicieron y no le dimos importancia.
Cuando hay que intervenir y abrir las carnes para reparar un órgano interno, no hay más que hablar; pero en el día a día, las tiritas están por doquier si nos hemos rodeado de los amigos apropiados. Y se trata de eso, de valorarlas, agradecerlas, de ser conscientes de ellas y de que no crecen en los árboles, que nos la dieron porque merecidamente o no, tuvimos o tenemos buenos amigos.
Gracias por pararte a leer (aunque leer, es comenzar, no pararse me dijo una vez una amiga) y por tus palabras de vueltas, porque das vida también a este rincón literario que hacemos entre todos, aunque sea yo quien lo inicie con un escrito
Muchas gracias y un abrazo grande (). Siempre
Pues claro, Paco, hay momentos para todos, y todos tienen su hueco y su expresión, en mí en todos. Yo lo que hago tan sólo es canalizarlo con la literatura! Un abrazo grande, me encanta tenerte por aquí, un abrazo grande!
Impresionante historia en la que el autor, en claro estilo autobiográfico, analiza uno de los grandes conflictos de la condición humana. Tras la historia de las chancletas, se deja entrever como el amor en principio fascinante conseguido con riquezas, desemboca inevitablemente en dolor y llagas en el alma. Sólo la pronta actuación de una amante pura y sincera (simbolizada por la farmacéutica) logra reponer el maltrecho corazón de nuestro héroe.
Así me gusta, Cocu, que le eches imaginación y te fabriques también los pormenores y lo que se esconde en esta trama. Y en efecto, es un héroe, uno real, como son la mayoría de los que consiguen ser felices en la vida agradeciéndola y sin ir “molestando” a los demás de forma gratuita. Un abrazo grande,
No faltes a la próxima, porque habrá una “historia de una tirita II” :).
Un abrazo grande!
Tus historias son como esa tirita….
Gracias, Alexnadra. En esa frase tan cortita, me devuelves la tuya, una gratitud infinita.
Un abrazo enorme, siempre.
Maravillosos relato, nos recuerda lo importante de las pequeñas cosas a las que no damos importancia. Gracias por transportarme de nuevo a mi querida Sevilla.
Hola, José Antonio!
Muchas gracias por pararte a leer y por tus palabras de vuelta! Es un placer tenerte aquí con nosotros y que compartas esa añoranza por tu querida Sevilla 🙂
Y acuérdate, que aquí, enmYouBeArt, tienes otra ciudad, otro espacio para vivir a través de la lecutura compartida, momentos que se convertirán también en inolvidables.
Un abrazo grande, cuídate mucho!. Siempre
Parece mentira lo qué dan de sí unas tiritas.Muy buena la historia un abrazo…
Tele, muchas gracias por tomarte tu tiempo para leer y para escribir devuelta estas palabras tuyas de reconocimiento. Es un placer tenerte aquí. Ya eres parte de esta pequeña comunidad que estás creciendo.
Quiero seguir viéndote por aquí, lo que tu tiempo te permita, pero no nos dejes, aprecio siempre tu presencia, física o no.
Un abrazo enorme
Una anécdota contada de una manera divertida, original y en la que se vislumbra un sentimiento profundo.
Buen relato!!!
Hola, Juan Carlos! Es un placer tenerte con nosotros. Me alegra leerte y que te ha divertido este relato real pero algo “novelado”. Ciertamente, no puede despertar sentimientos más profundos, auténticos y pacificadores que la familia y los amigos.
Cuídate mucho y sigue con nosotros, tenemos mucho camino por delante para compartir, aprender y disfrutar unos de otros
Muchas gracias por tu tiempo, por pararte a leer y por tus palabras de vuelta
Un abrazo grande, siempre!
Que grande eres!!
Gracias por tu creatividad
Gracias, Roberto! Por tu tiempo y por tus palabras de vuelta. Sigue acompañándonos, queremos que compartas conmigo, con nosotros, lo que piensas, lo que te salpica, lo que te emociona.
Deseo que disfrutes también de los escritos ya publicados y de lo que queda. Este nuevo camino, promete ser nutritivo, divertido, amerno, familiar, íntimo, accesible … entre todos. Tus palabras, son muy importantes para mí.
Un a brazo enorme, siempre!
Una historia divertida, con una trasfondo para pensar… y mucho! Me encanta!
Querida Maria José,
Es un placer tenerte aquí conmigo, con nosotros. Me encantan las personas sensibles y que se dejan sentir sus emociones y no las esconden. Personas como tú, audaces, auténticas.
Por favor, no nos dejes, queremos y quiero que estés con nostros en este viaje alucinante, donde pararemos y reposaremos en todo tipo de “estaciones”. Tenemos todos mucho que contar, mucho que aprender, que imaginar …
Sigue participando, tu opinión, tus palabras, son muy valiosas para mí
Un abrazo enorme, cuídate mucho. Siempre!
Cuando tratamos de forzar algo que no encaja nos hacemos daño… en la sencillez de las cosas está el bienestar y la felicidad … Valorar las cosas simples y sencillas, no se necesita más .
Hola, Anabel, bienvenida!
No se puede decir más claro. Y para valorar las cosas sencillas de la vida, solo es necesario conectar contigo, ser consciente, consciente de que respiras y de que eres perfecto. Sólo conectando íntimamente contigo puedes conectar con los demás y hacer que todo eso que creemos necesario, se convierta en accesorio.
Me alegra tenerte por aquí, sigue participando y conversando con nostros, tus palabras son muy valiosas, al igual que tu tiempo, muchas gracias!
Un abrazo grande!. Siempre
jajjajajajajaajaaja gracias Lucas por las risas mañaneras, jajajajja me encanta esta historia, y me hace reflexionar, como a ti con esa jarra de cerveza, lo poco que valoro algunas cosas, una simple tirita, por ejemplo, y la lista es infinita…. justo ayer con mi compañera de piso le hablaba de que quiero tatuarme la palabra gracias, porque siempre se me olvida lo muchísimo que tengo y me angustio por lo poco que aún no tengo… en fin, parece que los humanos estamos programados para estar en un estado sufriente, independientemente de las causas, podemos sufrir por una sandalia, por una pandemia y claro está por causas mucho mayores y graves, pero a veces la causa no es proporcional al nivel del sufrimiento… así que te agradezco la risa, y la sonrisa que se me dibujó en la cara al leerte. La risa es uno de los muchos tesoros que no valoramos y de los pocos recursos que tenemos lo humanoides para conectar con el aquí y el ahora. Un beso!!
jajjajajajajaajaaja gracias Lucas por las risas mañaneras, jajajajja me encanta esta historia, y me hace reflexionar, como a ti con esa jarra de cerveza, lo poco que valoro algunas cosas, una simple tirita, por ejemplo, y la lista es infinita…. justo ayer con mi compañera de piso le hablaba de que quiero tatuarme la palabra gracias, porque siempre se me olvida lo muchísimo que tengo y me angustio por lo poco que aún no tengo… en fin, parece que los humanos estamos programados para estar en un estado sufriente, independientemente de las causas, podemos sufrir por una sandalia, por una pandemia y claro está por causas mucho mayores y graves, pero a veces la causa no es proporcional al nivel del sufrimiento… así que te agradezco la risa, y la sonrisa que se me dibujó en la cara al leerte. La risa es uno de los muchos tesoros que no valoramos y de los pocos recursos que tenemos lo humanoides para conectar con el aquí y el ahora. Un beso!!
Para q veamos q una cosa tan pequeña y simple cura heridas??
Hola, Raquel!
Gracias a tí, porque tus risas son contagiosas! 😀
Las risas que nos regalan, son también otra forma de tirita. Es muy importante reir, tomarse determinadas cosas no tan a pecho. “Todo sobre lo que se piensa demasiado, se convierte en preocupante, aunque no lo sea” – no sé donde leí esto.
Más que programados para el estado sufriente, estamos programados para el estado “alerta”. El cerebro reptiliano tiene mucha fuerza, se pasa con los cuidados, aun no se ha enterado que ya no estamos en la jungla a merced de los leones, pero bueno. Si logramos ser consciente de ello, si despertamos, nos será más fácil todo esto: aprovechar las pequeñas tiritas que nos ofrecen y reirnos un poco más de todo cuando haya pasado.
Gracias por tu lectura y tu tiempo, Raquel, y por compartir tu contagiosa naturalidad y simpatía
Un abrazo grande! Siempre 😀
Raquel, hola!
Qué bueno verte de nuevo por aquí! Tus risas son las nuestras, las mías.
Tu entusiasmo es realmente contagioso, a ver si somos artífices entre todos de una “pandemiaHumorística” y para la que no haya nunca vacuna posible.
Lo cierto es que, antropológicamente nos viene de serie un cerebro reptiliano que está siempre “demasiado alerta”, más de lo que sería necesario para sobrevivir hoy en día (los tiempos han cambiado, no estamos ya indefensos en la jungla a a cada minuto), con lo que en realidad, nos está limitando más de la cuenta a veces, y es lo que nos impide disfrutar de las pequeñas cosas, de esas simplezas. Si logramos ser consciente de ellos, con entrenamiento, como cualquier hábito que queramos adquirir en la vida, el objetivo está al alcance de cualquiera, porque todos, en esencia, somos lo mismo, una consciencia universal.
Gracias por tu tiempo, por pararte a leer y a escribir y por compartir tus emociones. Que nos/me emocionan también
Un abrazo grande. Siempre!
Eres un gran artista
Hola, Encarnación!
Muchas gracias. Me alegra tenerte con nosotros!
Todos tenemos un artista dentro, solo hay que encontrar la manera de que se expresa. Tú también tienes el tuyo, estoy seguro, confía en tí, el arte aparece en cualquier momento sencillo de la vida. Sale cuando haces las cosas con honestidad y autenticidad.
No dejes de visitamos, seguimos pulicando para que pases buenos momentos con nostros, y nos gusta que estés aquí y que participes con nosotros.
Un abrazo muy grande, siempre!
Uf!! Cómo si te viera… vaya qué habilidad la tuya! ☘️??…
Hola, Manoli!
En este caso, mi habilidad no es nada sin tu sensibilidad 🙂
Gracias por pararte a leer y aparecer por aquí, tus palabras me motivan y me animan.
Hoy publicamos de nuevo, sigue acompañándonos. Sois libres de opinar sobre el fondo, la forma, et
Entre todos, podemos disfrutar y seguir aprendiendo a la vez.
Sigue acompañándonos cada semana, no faltes! Un abrazo grande, siempre
Jajaja, quétiritasmásdivertidas!!
Abrazo
“TúSíqueSabesVanesa” !! 😉 … un abrazo grande. Pero ya sabes, no este escrito, uno de verdad! 😀
Me pregunto cuantas tiritaas habre infravalorado por creer q necessitaba un cirujano!!!??….love it! Leyendo y aprendiendo….????
Hola, Marta!
Bienvenida a esta “comunidad”. Eso es, ¿por qué eliminar moscas a cañonazos? Si estamos atentos y somos conscientes,
podremos ver lo cerca que están nuestros amigos de nostros, aunque su presencia no pueda ser física.
Gracias por tu tiempo y por tus palabras de vuelta, seguimos aprendiendo todos, no nos dejes!
Un abrazo grande y feliz “fin de finde” ! 🙂
Creo que esta es de mis historias preferidas de todas las que he leído que has escrito. Es super fresca! De verdad que me encanta. Sigue así, por aquí estaremos impacientes por leer la siguiente! 🙂
Hola, Mamen!
Bueno, esta historia tiene un buen despliegue de humor para abordar una situación más que universal que todos hemos vivido en algún momento de nuestra vida. Y no por eso, siempre nos parece que es única (en cierto modo lo es, porque es la “nuestra”).
“Ay, que no me quieren y yo sí!”. Pero siempre tenemos a los amigos, verdad?
Me alegro de que te haya “refrescado” esta historia, que es lo que toca en este verano que va dando ya muestras 🙂
Un abrazo grande!. Siempre
Lucas, me ha encantado la historia, la metáfora sobre todo. Hay veces que es necesario ponerse una tirita para adaptarse a una nueva situación que sabemos que es mejor, y nos queremos/tenemos que adaptar. Nos calma el dolor y nos deja seguir adelante. Y otras veces, hay que tirar las chanclas porque resulta que siempre te hacen heridas en el mismo sitio. Quizá es que te quedan pequeñas, o quizá es que ese tipo de calzado no es para tu pie, o quizá es que sin más, no es el calzado adecuado para el tipo de vida que llevas. ¿Te imaginas ir a la montaña en chanclas? Un beso fuerte.
Hola, María!
Los que hacemos montaña, sabemos no sólo lo importante que es elegir bien el calzado, sino la compañía. Porque en ese compañero/a, tienes que depositar mucha confianza sí o sí, y te gustará saber que lleva siempre guardada una “tirita” para tí por si la necesitas.
Recordar también, que el hecho de que no nos hiciera falta, no quiere decir que no esté siempre disponible para nosotros: es lo que tiene la amistad, que basta con ser amigo de alguien sin necesidad de tener que demostrarlo continuamente.
Muchas gracias por tus palabras, me alegro de que hayas disfrutado.
Y muchas gracias por aquella tirita en el Cotiella, que además, nos dió para muchas risas :). Memorable (y no entremos en detalles 😀 )
Volveremos! Un abrazo grande. Siempre
JA JA JA JA JA JA JA.
Hay cosas que no hace falta contar, pero forman parte de nosotros, de nuestra historia. Cuando recuerdo aquel día siempre, por lo menos, esbozo una gran sonrisa. Qué buen comienzo de amistad. Un abrazo grandeeeee
Me parece muy bien. Es una historia para contar a los sobrinos o a los nietos y siempre en Navidad para que con la copa de cava, luego no quede ni rastro en la memoria al día siguiente 😀
Abrazo!
Puta manía que hay en este país de llevar sandalias abiertas en verano.
¿No veís, almas cándidas, que rozan los pies, como bien narras en esta historia? ¿No veis que si pisas un truño cánido, se te acaba colando entre los dedos? ¿No os dáis cuenta de se te van a ensuciar los pies solo con asomarte fuera del portal?
¡¡¡Botas de montaña o playeras!!! Eso es lo propio del verano, que para eso es material hecho para caminar y que los pinreles se aireen convenienemente.
Gracioso cuento. Me da dado calor, mucho calor 😉
Jajajaja …. Bueno, con el calor del asfalto, los beneficios son muchos. En la montaña es otro cantar.
Si te ha gustado y te ha hecho pasar un buen rato, no nos abandones, porque habrá más “historias de una tirita”, más andanzas de nuestro por ahora, “sufriente” anónimo … 😀
Un abrazo grande (()), y que no te vea asomar los dedos por aquí 😛
Impresionante, que manera de mostrar con humor ,situaciones duras y realmente profundas!! Me has impresionado.
Hola, Issa!
Me alegra leerte por aquí. Muchas gracias por tu tiempo y por pararte a leer.
Tus palabras me motivan más para seguir proyectando mis emociones a través de la escritura y compartirlas con vostoros.
Sigue acompañándonos, escritor-lector, no se pueden serparar, son uno! 😉
Un abrazo grande (). Siempre
Maravilloso relato, maravilloso regalo, para reír y compartir. Regalo único para disfrutarlo una y otra vez. Gracias amigo por todas esas tiritas que regalas de corazón.
Un fuerte abrazo desde el barrio de Las Brasas.
Hola, Miguel Ángel!
Me alegra mucho verte por aquí. Qué haría con mis tiritas sin nadie para recibirlas! 😉
Muchas gracias por tus palabras de vuelta, por compartir estos momentos conmigo.
Un abrazo grande, estés donde estés. Siempre