Estoy bien, estoy despierto y estoy consciente. Pero me siento extraño. Como el que se sabe camino de un cambio inexorable tras una pequeña pero perturbadora revolución interior. Y no por mi última derrota, auténtica alegoría del fracaso de la amistad. Eso no ha sido más que la nota final de una partitura más extensa y que empezaba a sonar desafinada. Y aquí me encuentro, metabolizando mis últimas vivencias, mis últimos desatinos y mis últimos tropiezos. Descifrando con la curiosidad científica que me caracteriza, la alquimia de éste puchero de sinsabores y de satisfacciones que juntos, como auténticos hermanos peleados y acompasados al unísono, te hacen subir un peldaño.
Quiero seguir subiendo, a donde sea –repiten a coro mis voces convencidas y conspicuas-. Y el viaje para subir se me antoja positivo y lleno de magia, aunque al principio lo contamine y lo sujete un poco la huérfana pereza que alimenta los años mal contados … por siglos.
Cuesta soltar lastre, y quiero, y puedo. Pero parece que se abandone al hijo que se hizo mayor o que se deseche la fruta podrida. Podría ser lo mismo, quien sabe. No obstante, la costumbre, el amor simplemente a lo luchado y a lo vivido, la nostalgia. Y un vértigo cargado de determinación sano y necesario para contrarrestar esta incertidumbre en la transición por esta zona tranquila y desmilitarizada de mis mal amarrados recuerdos. Pero a la vez, con esa indescifrable melancolía infantil del mar abandonado al medio día porque se sabe por el momento tierra inaccesible e impenetrable, tierra de nadie.
¿Qué pasará? -me pregunto. ¿Acudirá alguien a rescatarme?. ¿Vendrá a darme ánimo y aliento?. ¿O a rematarme en el suelo?. ¿Me pillará en cualquier caso desprevenido, o preparado? ¿Llegaré?. Tonterías. Claro que llegaré, aunque ahora mismo, me sienta –me repito-, especialmente cerca de mí mismo y de todos mis “yo” a la vez. Extraño.
Sí, sin duda, todo acabará en su sitio, resolveré mis tribulaciones y mis dudas, el ejercicio diario, con los datos que me dan y con las herramientas de las cuales dispongo. No voy a ser yo quien contradiga las leyes exactas del universo. Y menos aun, las leyes impredecibles de lo humano.
He sido quizá un poco lírico al expresarlo y quizás puedas tomarme por loco. Pero no te alarmes, mi cabeza está en su sitio, mi alma permanece consciente y despierta y mi corazón bombea lo suficiente. Mañana vuelvo a ser feliz, te lo aseguro. Y si no sale el Sol, me lo pinto: me lo tengo prometido.
– Lucas JM
¿Qué puede ser ese sentirse extraño?¿Porqué tenemos que clasificar todo en una categoría de bien y mal, bueno o malo?
¿No crees que algunos aspectos o de las cosas que hacemos en la vida no son ni buenos ni malos? ¿Nos excedemos con los juicios?
¿Has sentido sencillamente alguna vez, el placer y la intriga de sentirse sencillamente …. extraño?
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Cuando me adentro en caminos inexplorados, sin preparación, al lado de mí misma, extraña me siento y me reconozco viva. Se me abren los ojos y se me alertan los sentidos.
Transitar un lugar, una emoción o una idea nueva, tal vez por casualidad, tal vez por mantener a raya mi miedo, tal vez porque era inevitable, me acelera la sangre y me descubre un poquito más de mí. ¿El Universo es más grande porque recorro otro pasito o porque me adentro en mí otro rinconcito?
Hola, ¿quién eres? Una vez más, me despido y me doy la bienvenida 🙂
Hola, Jelen,
Sentirse extraño es quizás, como extraigo de tus palabras, la forma más «benévola» de pasar por ese tránsito que nos hace conocernos un poco más a la vez que crecemos y nos ponemos al «nivel» de lo vivido y aprendido. Y esa forma que tienes de «darte la bienvenida a tí misma» y «despedirte de tí misma» a la vez, aceptando lo que sucede en el momento presente es una forma más de cuidarte, aceptarte, aceptar el cambio y concederte lo que necesitas. De sabiduría en definitia.
Estás `probablemente en ese camino que muchos llaman de forma tan llamativa y que suena a inalcanzable que se llema «iluminación», que no es más que despertar al momento presente -que no actual- y a ese ser esencial que llevas dentro, libre de las ataduras de tu «pesonaje»
Muchas gracias por compartir tus bellas emociones puestas en palabras
Un abrazo grande (()). Siempre
Los vericuetos del alma son insondables y las extrañezas con las que asoma, también.
Se pueden materializar de maneras inmanentes de lo más caprichosas, informes, incoloras, insípidas e inopinadas y eso nos lleva a sentir extrañez.
A veces es necesario soltrar lastre. Es una expurgación del espíritu. Es un proceso duro, que con frecuencia exige de introspección profunda. Pero a veces, también es necesario escarbar en por qué “ese lastre” y “por qué en este momento”.
A veces el lastre es una china en el zapato, que se cuela porque el calzado nos queda grande. Y bastante con quitártelo, retirar la piedrecita y volver a calzarte. Otras veces el lastre está muy enraizado dentro de nosotros y ha colonizado cada una de tus células y extirparlo hace más mal que bien.
Y otras veces, tenemos una selva interior tan tupida y con una maleza tan grande, que nos perdemos dentro de la misma y, al no poder salir, nos deshacemos de la cantimplora, porque está vacía, sin percatarnos de que, en el siguiente arroyuelo, se puede volver a llenar.
De cualquier manera, todos sentimos estrañez interna algunas veces. El mundo es un medio tremendamente hostil. Y no siempre ha una abrazo cálido que nos abrigue del exterior. Ora porque no está ahí. Ora porque no sabemos verlo. Ora porque el abrazo no abarca toda nuestra extensión y se nos queda pequeño.
No sé. Creo que lo mejor para recuperar la normalidad es escucharse y sentir. Esa guía siempre nos llevará a destino.
Hola, Javi
Sí, todos nos hemos sentido extraños alguna vez, pero solo algunos, nos paramos y nos dejamos sentir y atravesar. Y lo más importante: sólo algunos, nos permitimos incorporar de manera natural los cambios que puede provocar en nosotros este proceso de “sentirse extraño”. Puede que no sea ni siquiera necesario preguntarse “por qué”, ya que esta pregunta es tan general y abstracta, que suele esconder un montón de “por qués” anidados, atómicos. y al final, una huída hacia adelante. Puede ser un proceso infinito. Quizás es más útil, “para qué”. Y en cualquier caso, no incomodarse y huir esa sentimiento de extarñeza, acunarlo y darle cabida. Algo dentro de nosotros, se está despertando, nos habla, nos cuida. Escuchémoslo como apuntas. Con serenidad, con curiosidad.
Un abrazo grande, Javi, que tus momentos de extrañeza, se conviertan en lucidez como tus palabras.
Si nos escuchamos lo mejor de los días “raros” es poder sentirnos, abrazarnos y ver que al final no ha sido tan malo.
Respecto a las etiquetas “bueno” y “malo” en medio hay infinitos matices, es buscar aquellos con los que nos sintamos identificados.
Quizás, lo peor sea negarlos y no compartirlos como otros días más de nuestra vida. Darle normalidad dentro de esa “rareza” …
Por supuesto que hay muchos grisis, infinitos, tantos como personas distintas
Gracias, Maite, por compartir con nosotros.
Un abrazo grande (())
La edad es experiencia aunque aveces te coje desprevenida, me refiero al amor, cuando incluso no quieres esté en tu cómoda vida , pero aparece, así de repente, y a mí me destroza porque hay cosas que no pueden ser.
Y cuanto tardas en recuperarte después de tener la experiencia desde niña .
Ahí si tuve que ser águila y con mis afiladas uñas aniquilar al ogro de niñas y pude volar.
Querida Luz,
Quizás ese cogerte desprevenida del amor, forma parte de su magia y su idiosincrasia. Implica además una conexión expecial sobre la cual no se puede ejercer ningún control. Esto lo convierte en singular, mágico, distinto a cualquier otra experiencia vital. Quizás por eso también es tan dificil de explicar, porque tenemos siempre la sensación de que nuestro amor es único, personal e intrasferible como experiencia anímica. Todo ésto, además de lo que significa en sí mismo el amor, de lo que lleva implícito, lo convierte en más valioso aún si cabe.
Con la experiencia, uno puede constatar también, que el amor no se pierde, se lleva dentro siempre, aunque perdamos momentáneamente consciencia de este. Y esto es independientemente de las personas que tengamos alrededor para recibirlo o no. El amor es algo que primero se da uno a sí mismo, para luego poder proyectarlo y compartirlo. Así que, si sientes que te ha abandonado el amor, revísalo ;), puede que momentáneamente te hayas abandonado a tí misma. Nadie puede robarte lo que ya te pertenece de serie, por haber nacido y convertirte en persona y no quedarte en mero “individuo”
No te abandones, porque nadie puede hacerlo, sólo nos abandonamos nosotros a nostros mismos.
Hay momentos también para ser águila, claro que sí, y sacar las garras. Todas las emociones tienen cabida, mejor no resistirte. Déja que te atreviesen … y se diluyan.
Gracias por pararte a leer, por tu presencia y por exponer aquí tus sensaciones.
Un abrazo grande. Siempre
Quizás la cuestión no es que te sientas extraño, si no que te extrañas, quien sabe, tal vez tú si lo sepas.
Quizás estoy dejando atrás a un “yo” obsoleto. Y le despido.
Un abrazo grande, Isabel (())