Algo se perdió, lo dejé escapar, o lo dejé caer. Algo se marchó o lo dejé marchar, qué más da. Una oportunidad que fue por momentos o que no llegó a ser. Qué me importa. Fue la separación impuesta, o fue quizás la excesiva confianza en las nuevas tecnologías, o el exceso de sal en las comidas, o fue el calor y la humedad. Es igual. Las ucronías son así de impostoras, quieren disfrazarse de posibilidad o de juego de patio de colegio. Pero en la vida que transcurre cotidiana, no sirven para nada, sólo cuentan y dejan huella en la literatura y en la ficción, para jugar, para crear y descrear historias, para hacer malabarismos con los lugares y los tiempos, disociándolos por momentos, cambiando las cartas de juego en plena partida
Espera ocupada -diario consciente
Es momento de mi descanso, de escucharme y hacer caso omiso de provocaciones, de charlatanes, vendehúmos y volatineros de los remedios milagrosos para todos y para todo. Ahórrate tus consejos, tu “yo en tu lugar”, “deberías” o “tendrías”, “yo te entiendo”, “la próxima vez será”, “no volverá a pasar o no pasa nada”, “anímate”, “ahora o nunca”, “no pierdas la oportunidad”, “no lo pienses más, no pasa nada”, “tiempo al tiempo” que “Dios dirá” …
No. No cogeré este. Ni el próximo tren. Ni más urgencias, ni más palos de ciegos ni más prisas. Parece que espere algo o a alguien, pero no es cierto, nada más lejos de la realidad. Sigo adelante aquí sentado, pasando páginas o delirios, pasando noches, pasando días, pasando música y ruidos, parques vacíos y calles desiertas, algodonadas de hojas, de canciones, de luces de colores y palabras. Dejo pasar mis recuerdos luchando cada uno por sí mismo por ser el más dañino. Pego los pies a tierra con fuerza y siento de nuevo la tensión en cada uno de mis músculos. Y me adentro poco a poco en mi deseo, que no es más que el espejo donde ensayo mi propio destino, ese temblor.
Algunos esperan la hora, el mejor momento, la carta comodín o el alineamiento prodigioso de planetas. Algunos esperan algo de mí, otros se olvidaron por completo y para siempre de mí. En la claridad de mi noche, en la oscuridad clandestina de mi día. No me importa, ya comprendí. No estoy ni soy para todos, y muchos no están ni son para mí. Sigo despierto. Abierto a amaneceres palpitantes de furioso presente y a sosegados ocasos de párpados caídos y pacientes. Me deslizo y me escabullo fisgón, curioso, con la cabeza alta, mirándote a los ojos, telúrico y marino a la vez, ávido de abrazos sísmicos, de sedoso oleaje, de algas y plancton, de hojas y raíces. Espacioso de ámbito y de alma, atento.
Parece que aguarde algo, el momento, la clarividencia, mi oportunidad, la tormenta perfecta, la lluvia cansina y cristalina, la promesa de la primavera, la muda y el renuevo otoñal. Pero yo sigo aquí viajando quieto sumergido en mi libro, disuelto en la trama, en la que vuelvo a enredarme como protagonista. Harto de escaparatismo, de reflejos y de miradas ajenas. Presente de mí, ausente de ti.
No, no cogeré de nuevo ese tren. Ni el próximo. Pasarán otros. Vale que no serán el mismo, pero del mismo modo que ningún momento será igual a este, porque cada uno y cada momento es único. Y yo tampoco seré el mismo.
No, no me subiré ni esperaré ese tren. Tampoco al próximo. Aquí sigo, aquí avanzo, pleno de comprensión y de amor, tan lleno de mí, tan ausente de ti, sin carencias, acabando de completarme, tan ausente de todos, tan ausente de ti. Y tan lleno de mí, poco a poco.
Yo soy mi propio tren y mi propia estación. Soy mi carne y mi sombra, ruego anhelante o concesión perpetua. A ratos.
“Espera ocupada” – diario consciente I
– Lucas JM
ig: @saculbitacora
tw: @saculBitacora
lucasjimenez@youbeart.com
https://www.facebook.com/saculbitacora
https://www.facebook.com/SaculJM