El aire, tan lleno de ti, de mí, rebosante de nosotros, de ellos. Tan caliente al fin y al cabo. Tan lleno en definitiva de todos. En estos días, tan saturados también de eso en lo que estamos sumergidos o impregnados, en lo que manda esa palabra tan ajena, tan sofisticada y extraña, casi neutra. Esa palabra tan poco poética, antigua en el hacer y reciente en el decir. Pandemia. Ese borrón de tinta en nuestra biografía de persona miníscula de tiempo limitado, frágil y breve. Si siento hoy el peso del aire, aun envenenado, es porque una vez, sin poseerme, sin poseerte, me quisiste y me abrazaste, y te quise y te abracé.
El peso del aire
El peso del aire secuestrado,
estos días tan a la baja, tan pandémico,
tan denso de relatos en suspenso,
tan esquivo de promesas y testigos,
tan poco tuyo, tan poco mío,
saturado de su propia transparencia, en fin,
ya no silba estable, no está garantizado.
Me cobra ahora un peaje de vinagre, de ácido.
A mí, tan de ti, tan de tu lado,
como si fuera ahora un salvaje extraño.
Me amenaza si quiero que me arrope
la cueva templada de tu abrazo.
Me sanciona si quiero que me empape
la saliva tibia y fértil de tus labios.
Intento a duras penas recordar,
a riesgo de perder la poca cordura que me queda,
preso de un deseo mortal y acantilado
y al margen de la tentación afilada y urgente,
qué era eso del tacto en tu piel,
ese juego sabroso de pies y manos
que ahora tan sólo sobrevive y pulsa
en la profundidad de mis ojos.
Como un juego macabro y caprichoso
de distancias aleatorias que menguan
en sueños que tomo prestado
a mis yoes pasados y extraños.
Te tengo ahora marchita en mi boca,
¿O es este primer sorbo de café
espeso de palabras, caliente de recuerdos?
No sé por qué,
siempre es más apetecible y dulce su aroma
que este sabor desconcertante de matices amargos.
Se adhiere como liquen verde
a mis labios agrietados de ti
y a mi boca entornada de trapo, seca y muda
El negro, si no es luctuoso,
da a veces también buenos resultados,
No es sólo la cafeína, no,
o tu recuerdo borroso y excitante en mis sueños.
El líquido de la noche, por ejemplo … ya ves,
no es tan terrorífico cuando consigo
ese pequeño propósito de paz demorada
de ave migratoria que merece, sin más,
alas a tierra, reposo de Luna y descanso.
Pero no creas que ando narcotizado,
perezoso, derrotado o distraído. No.
Me deslizo como una gota de agua,
como una ofrenda que no renuncia a nada.
Y rozo lúcido las cortinas, de día o de noche,
o froto mi piel en las sábanas y en las paredes
y registro los cambios de temperatura,
la humedad y las diferentes texturas.
Cuando acaricio la piel de la fruta, o el jabón,
las telas de tus vestidos, los cristales empañados
y la madera escatimada a los árboles
y que ahora bostezan secos
y reposan por fin, serenos y saciados …
aquí junto a tu silueta en mi fuego,
a mi lado
“El peso del aire“
-Lucas J M @saculbitacora
Rubí y canela (un paréntesis, un descanso)
Dejó de oírse el chasquido.
es el frío, es el calor,
es el tiempo que se detiene,
es la risa más tranquila,
es la sombra que se burla,
es el camino, es el río,
es algo sin espinos que hizo estallar el cielo.
Se encogió, se infló, se deshizo,
gritó mi nombre, recorrió mis venas,
huyó.
Es la noche, es rubí.
Salto, agito los brazos, te doy una canción,
leo los versos y muero,
y empiezo.
Vuelven las mariposas,
es el aire más fresco,
es la alegría, es el dolor,
es la mano que te empuja,
es el cuchillo, es la hierba,
es algo que tiembla y que emana luz.
Se vuelve más clara,
se abre, se endulza, apaga la vela,
despide a mi hada,
y sueña.
Es la mañana, es canela.
Saco la cabeza, planto unas flores,
estiro las piernas, te cojo de la mano y vuelo,
acabo un cuento.
“Rubí y Canela (un paréntesis, un descanso)” – el peso del aire
-Lucas J M @saculbitacora
Unión, recuérdalo
Recuérdalo,
entre latigazo y latigazo
de ésta jodida pandemia,
entre cada brizna de brisa de aire,
entre cada canción y cada sueño
que se rompe y rehace,
entre cada brote de miedo y de hambre,
entre cada rayo de luz
que se cuela por cada gota de lluvia
que riega la tierra
y da verdor a la nueva hierba que nace.
Recuérdalo,
unión, fraternidad, mano a mano,
brazos abiertos y dispuestos,
la cabeza libre de ideas
y el corazón bombeando caliente.
La consciencia de mi amanecer
y de todos mis semejantes
No ondeará ni velarán jamás
en el cielo ni en la tierra
por nosotros y para nosotros,
otros colores más reales y vivos
ni más trapos ni banderas
ni mejores ni iguales a ésta.
– Lucas J M – @saculbitacora

Y si nos cruzamos
Si caminamos tan rápido
con la mente en otra parte
y la respiración sofocada o entrecortada
como si huyéramos de algo -o de alguien.
Y nos cruzamos por la calle
faltos de rumbo, huérfanos de raíces y
fatigados de sueños con alas rotas,
fosilizadas o imposibles
… ¿Nos veremos? ¿Nos reconocernos?
Aunque nos miremos de frente,
si no cantamos cicatrizados de pasado,
si no bailamos libres de futuro,
si no estamos despiertos y recientes,
como esculpidos en este preciso instante …
aunque rocemos nuestros codos,
si no somos conscientes,
¿nos sentiremos?
Así reptamos entre tanta gente, entre
personas, señales y semáforos,
como animales indistinguibles
entre los coches, el ruido y el humo,
esquivándolos y apartándonos como iguales
unos y otros,
sorteándonos como fríos
y marmóleos obstáculos.
Salí de casa en la mañana crujiente,
ebrio de soledad y ausente
y regreso a la noche seco
y cocido de abandono.
No quedó ni me traje de vuelta ninguna huella,
ni siquiera el ladrido de los perros,
no hubo manera de recoger las lágrimas,
de sostener el abrazo,
de recuperar el rastro …
Pierdo ahora el precario equilibrio,
dudo de mi propia identidad
a duras penas recuperada o reciclada,
me busco y me rebusco frenético
en los baches de esta música
que tejen a propósito todos y cada uno
de mis silencios de óxido o enquistados …
¿Qué hago ahora? ¿me quejo? ¿descanso?
¿bailo un vals con los ojos cerrados?
¿me lamento? ¿pido perdón?
¿o reclamo?
Cualquier pregunta carece de importancia,
somos todos y cada uno respuesta
y espejo al mismo tiempo.
Mas atreverse a dar el paso,
andar sereno y despacio,
mirar a los ojos mientras te sonrío.
y sentirte más cerca,
como algo que me late fuera
y retumba dentro,
más cerca de mi respiración,
más impregando de lo mío
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