Me cuenta Verania que lo primero que percibió esta mañana cuando se despertó fue el olor a café, aunque no podría asegurar de donde provenía. ¿Formaba parte de su sueño, el que acababa de protagonizar y que no estaba segura de en qué momento abandonó?. Se mostró también desconcertada o contrariada por el hecho singular de no estar segura tampoco de si realmente ya estaba despierta o si fue el exótico y abigarrado olor del embriagador brebaje el inductor que la sacó directamente del sueño de algas en el que se encontraba sumergida hasta ese momento.
Sacul, ¿tomé conciencia de mí y ya conectada conmigo misma percibí y valoré las bondades del café, o por el contario comencé ya a disfrutarlo antes de enhebrar mi actividad fisiológica en el ojo de buey que accede directamente a mi alma? ¿Me despertó el olor del café, pudo hacerlo?
Café
Permanecí en la cama –me dice- “sin obedecer al primer impulso, ese que tú sabes que se apodera de mí cada mañana y que me hace dar un salto de la cama como un delfín tras apartar de golpe las sábanas e incorporarme como un junco que recobra su posición natural de equilibrio tras una racha de viento insondable y tramposo que en este caso se llama noche”
Pero no, esta vez no. “Esta vez me apeteció regodearme en la cama, rebozarme y revolcarme en el olor a café como si este emanara de las sábanas. Y comencé a sentir cómo esa ingravidez que terminó por arrastrarme a un fondo de miel tibia, iba siendo desplazada poco a poco hasta ser completamente reemplazada por una frustración pesada como una capa de lodo, al recordar la enorme distancia que luego percibo siempre al tomar el primer sorbo, entre el delicioso olor y los matices del líquido que yo creía reparador pero que luego siento ajeno y extraño en mis labios y en mi lengua”
Cuando la escuchaba, sabía que Verania no estaba hablando de sabores ni de olores, o sí … más bien, de lo que no hablaba realmente era del café. Yo la conozco, la conozco bien. Ella quería hablar de las personas, pero sin señalar -quizás porque incoscientemente intuía que era como señalarla a ella misma?– Quería referirse a las personas que más que traducir en palabras los gestos, las intenciones, las inclinaciones, lo que hacían era utilizarlas, malversarlas y engañar para obtener algún provecho mediante oscuras maniobras y artimañas. Ella quiere a alguien que sepa igual que huele. Y no esas personas que como digo, conocen el envés y el lado manipulador de las frases con las cuales tejen sus discursos que ocultan su codicia y sus miedos.
¿Tan difícil es, es tanto pedir, Sacul?
Yo, que conozco la respuesta, no puedo dársela. Porque no es la respuesta, sino mi respuesta. La mía, para mí. Porque el sabor no es el sabor. Es el sabor en su boca, filtrado a través de sus labios, repicando en la punta de su lengua y atemperado en su cavidad bucal. Porque el olor, no es olor, es el olor en su nariz, traspasando sus narinas, inundando sus mucosas y precipitándose como una espiral enloquecida por sus vías respiratorias.
¿Y aun así, Sacul, es esto consustancial al café, el café es así o tiene que ser así porque si no, no sería café? ¿todos los cafés imponen esa distancia entre su sabor y su aroma o por el contrario la pongo yo?
Verania, enciende un cigarrillo. Pero lo apaga automáticamente y al momento porque dejó de fumar hace años, aunque no el hábito de apresar el grueso filamento en sus labios aunque sea por unos instantes. No llega a prender porque no se produce ni un solo aspaviento que logre hacer pasar el aire por el amasijo de hierba y basura prensada.
“Al menos el tabaco, no engañaba” – piensa sin musitar palabra alguna. El tabaco sabe y huele a la misma mierda. Sí, es una puta mierda, pero no hay ningún conflicto, todo está claro de antemano, se llega al mismo lugar por cualquier sitio, igual por el olfato que por el sabor, por la nariz y por la boca, no hay la más mínima contradicción entre la función y el órgano ¿Y es en este caso algo propio del tabaco o es mío? ¿Le pasa a todo el mundo?
Y yo sé ahora también, que Verania tampoco habla del tabaco, que continúa hablando de las personas. Pero esta vez, con un matiz distinto. Esta vez sí. Esta vez está siendo valiente, se ha atrevido. Está hablando de las personas y se está incluyendo en esas “personas”. Esta vez y sin proponérselo, siente y consiente esa unicidad sobre la que tanto ha leído y que parecía el mapa de un misterioso tesoro que nadie puede encontrar. Quizás, por confundir el mapa con el territorio.
Y concluye Verania … “ El café, no es lo que olí ni lo que huelo cada mañana e intento, con altas expectativas, saborear después de la misma forma que huelo. Yo también soy café, aunque saboreo y huelo, Pero soy café, café para los demás pero sobre todo, para mí, al igual que cada uno es café para sí mismo y café para los demás, y que también saborean y huelen. Pero mi mente, intenta separar mis emociones y mis sensaciones de la fuente que los produce, le es más fácil disociar porque es la forma que tiene de nutrirse de la realidad, o lo que a posteriori, es realidad para ella. Pero realidad es también aquello que percibe mi “no mente”, mi esencia, –y las dos son realidades, las dos forman parte de “mí mismo” y de una realidad superior que no se contradice, que no las contradice-. Así que, cuando lo que huelo está tan separado de lo que luego saboreo, es sencillamente la magnitud de mi no aceptación de mí misma. He sido yo la que he imaginado, que a ese sabor, le debería corresponder un determinado olor, o al contrario, da igual en qué dirección revierta la causalidad”
¿Y como explicas entonces lo que ocurre con el tabaco y que es lo contrario que te ocurre con el café? – le pregunto con curiosidad científica a Verania …
No tiene la menor importancia si es café o si es tabaco. Llámale tabaco al café, y llámale café al tabaco. Y entonces volveré a reescribir esta conversación sin añadir un solo punto, sin mover una sola coma. Nos perdemos en los nombres y los conceptos y dejamos de sentir la rima, sacrificada por una concesión al miedo para obtener una falsa sensación de seguridad y de control.
-Sacul …
-Dime, Verania
-No, no quiero, no intentes engañarme con más flores cuando aquí, ya crecen lirios y rosas …..
“Café” – me cuenta Verania
– Lucas JM
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